Amanecer.
Abro el armario y veo el vestido dorado que me había comprado para aquel fin de año. Lo descuelgo y me lo pongo por encima frente al espejo. ‹‹Me veo un poco más gorda. ›› Pienso. Pero decido deshacerme del pijama y ponérmelo. Soy una persona con una memoria especial para recordar qué llevaba puesto en días especiales. Como si ese outfit fuera algo imprescindible para entender el suceso. Y no sé si realmente es imprescindible, pero sí me hace recordar una y otra vez las veces anteriores que me he puesto esa prenda cada vez que la vuelvo a poner. Y mientras me subo la cremallera en el lateral izquierdo, me viene a la mente las risas y las prisas de otras manos al bajármela… Me siento en el tocador. Algún día de estos debería de ordenar un poco y retirar todo el maquillaje que ya no uso o que directamente ya no tiene más vida útil más allá de que me pueda salir un sarpullido por tanto tiempo desde que lo compré. Pero ese día no iba a ser hoy. Cojo el neceser y rebusco esa barra. La roj...