Balance anual.

Cada año al llegar diciembre, las empresas hacen el balance anual. Un mes intenso y repleto de trabajo (junto con enero) para todos los trabajadores implicados en su elaboración y aquellos que han de tener zanjado y terminado su trabajo antes de terminar el año, pero más para los contables en particular. Porque hacer un balance anual implica tener en cuenta cada movimiento, por irrelevante que parezca. Porque los pequeños detalles, son los que al final hacen que el balance cuadre al cierre del año.
Las personas en general, supongo que cada una a su manera, hacemos un poco lo mismo, aunque más por voluntad propia que por obligatoriedad monetaria: compartimos en nuestras redes sociales ese vídeo o esa plantilla recopilando los mejores momentos del año, intentamos buscar las palabras más especiales para despedir o recibir el año con quienes queremos, buscamos ese meme o ese vídeo que a saber quién lo hizo, pero dará de que hablar en la mesa mientras tu cuñado te dice que la ensaladilla está bien, pero a la rusa no la ve por ninguna parte. Apuramos cada segundo restante del año que ya se va para desear lo mejor para el siguiente, elaborar propósitos, agradecer lo ya vivido, pedir perdón.

Porque al final, el año personal no se diferencia tanto del año empresarial. Nosotros en nuestro día a día, tenemos personas que son activos, personas que son pasivos, y otras personas que son patrimonio neto.

Empecemos hablando de las personas patrimonio neto. En contabilidad el patrimonio neto vendría siendo algo así como el conjunto de recursos financieros que se poseen, tras descontar las deudas adquiridas. Está compuesto básicamente por las aportaciones de propietarios y los beneficios generados en años anteriores. Traducido a las personas, las personas patrimonio neto en nuestro balance anual serían las personas que forman parte de nuestro día a día desde nuestros inicios como es nuestra familia. Personas sin las que no entenderíamos la vida como la vivimos, imprescindibles. 
Las personas que son activos, son todas aquellas personas que han llegado a nuestra vida en este año o incluso en anteriores, pero que hemos ido conociendo a lo largo del tiempo y nos han ido aportando una serie de experiencias, sentimientos, sensaciones, momentos, que son una suma para nuestro día a día. Porque los activos, en un balance empresarial, es el sumatorio de todo aquello que la empresa posee, bienes, derechos… algunas cosas más recientes y otras anteriores, dependiendo el plazo en el que lo clasifiquemos, pero siempre representará una cifra positiva, porque cada persona activo, llega a nuestra vida para sumar. 
Las personas que son pasivos, son aquellas que han traído mal a nuestra vida. Aquellas que nos han hecho daño, que nos han fallado. Personas que en mayor o en menor medida, han lastrado nuestro año. Porque los pasivos, en el balance anual de una empresa, son un lastre, son la deuda que ha tenido o sigue teniendo la empresa. Y una deuda, siempre será una resta.

Cada año, de forma consciente o inconsciente todos hacemos nuestro balance anual de las personas que conforman nuestra vida cuando llega el 31 de diciembre. Personas que agradecemos que se mantengan, personas que agradecemos que lleguen, personas que se van. Personas que nos han dado los mejores momentos de nuestro año, personas que nos han hecho sufrir. Personas que nos han cambiado la vida, que nos han invitado a ser cada día mejores, o al contrario, personas que han sacado lo peor de nosotros mismos. Pero a fin de cuentas, personas que han ido ocupando un espacio y un tiempo en nuestro año de la forma que han considerado y que les hemos dejado.

Y aunque a mí no me gusta la contabilidad ni se me da especialmente bien, aunque este año ha sido demasiado intenso en cuanto a luces y sombras llevadas al límite, puedo decir que estoy completamente agradecida. Que he tenido la suerte de mantener en mi vida a todas aquellas personas que significan algo intrínseco para mí. Que hay personas que llegaron hace años y siguen ahí, que he conocido a personas maravillosas que no han dejado de hacerme sumar. Que aunque duela, las personas que me han hecho daño por diferentes motivos, también me enseñaron una lección. Y todas esas personas, de una forma o de otra, me han acompañado un año más. Y que al año que entra, le tengo mucha curiosidad.

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