Hasta las manos.

 Fue cuando nuestras miradas se cruzaron por primera vez cuando lo tuve claro. Cuando atravesaste el marco de mi puerta y llegaste para iluminar mi sombrío corazón. Cuando me diste dos besos y me dijiste tu nombre. 

Yo era la que se reía de los flechazos. La que pensaba que era imposible poder sentir cosas por alguien que acabas de conocer. La que mofaba y decía que no podía ser algo real, que había otros intereses detrás. Y aquí estoy, poniéndome nerviosa con cada mensaje que me mandas. Apurando lo que queda de año para acabarlo a tu lado. Buscándote en los ojos de la gente para demostrarte todo lo que haría por ti. 


Porque querer a alguien es difícil. Es un proceso que requiere tiempo y va más allá de la atracción. Querer a alguien es despertarte cada mañana con la ilusión de que cada día, es un día menos para veros. Es querer conocer más y más de esa persona, disfrutar con sus virtudes y encajar sus defectos. Querer a alguien es perder el egoísmo de pensar solo en uno mismo. Acostumbrarte a sus hábitos e introducirle a los tuyos. Es preocuparse por el bienestar de esa persona y velar por ello, rezar por él. Querer a alguien es compartir proyectos, crecer como personas juntos, estar para esa persona incondicionalmente. Y no importa cuantas personas pasen por tu vida o por tu cama: siempre habrá una sola con la que te  imagines cuidando a tus hijos, los cuales tienes claro hasta qué nombre les pondrás, bajo el porche de una casa con jardín. Porque esa, esa es la persona a la que realmente quieres, la persona que realmente te llena. Por la que cruzarías océanos, por la que te jugarías la vida si sabes que está en peligro. Por la que perderías trenes y autobuses, por la que postpones la alarma 5 minutos más, después de haberos quedado toda la noche hablando. La persona con la que quieres estar aunque sean solo 15 minutos. La persona por la que lo arriesgarías todo. Con la que no necesitas a nadie más. La persona que te hace sentir hogar en sus brazos.


Y a lo mejor yo me equivoqué contigo, no lo sé. Pero como dice Chris Martin, «if you never try, you’ll never know». Y yo tengo claro que voy probar hasta que agote todas mis posibilidades disponibles. Porque ahora ya es tarde para dar marcha atrás. Porque estoy hasta las manos. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Balance anual.

Los monstruos no tienen género.

Amanecer.